A pesar de todos los intentos para que no sucediera, la Agenda Económica Bolivariana (AEB) en Venezuela se ha reapropiado de la agenda económica del país. En lo que llevamos del 2016, luego de la derrota electoral en las legislativas del pasado diciembre, la Revolución Bolivariana ha encontrado su propia senda. La AEB ha servido para esquivar la mayoría de los abismos ofertados por el neoliberalismo. Se elige otro camino para proteger al pueblo ante este momento adverso. Ni es ni será fácil. La caída del precio del petróleo, el estrangulamiento financiero internacional contra Venezuela, la guerra económica y los desequilibrios económicos internos dibujan un escenario complejo que no tiene soluciones mágicas. Frente a ello, la AEB busca encontrar respuestas de corto plazo al mismo tiempo que soluciones estructurales. Y en este doble objetivo, la economía productiva surge como condición necesaria.
En medio de este contexto, ha irrumpido con mucha fuerza la Agricultura Urbana como nueva práctica productiva, social, cultural y económica. En muy poco tiempo, se ha constituido como una veta protagónica desde que fuera anunciado como Ministerio por el Presidente Nicolás Maduro a inicios de año. No es una idea nueva porque el mismo Hugo Chávez ya hablaba de esta necesidad desde antes del golpe del 2002. La importancia de redescubrir la vocación agrícola de las zonas urbanas fue un llamado continuo para aprovechar la verticalidad de las ciudades. La Agricultura Urbana responde a este reto del siglo XXI, y más si cabe ante una situación de emergencia económica.
La gran potencialidad de este nuevo eje resulta de la combinación simultánea de múltiples características: 1) apela a la épica productiva conectando el esfuerzo individual de los sujetos más diversos con un proyecto colectivo nacional; 2) se conforma como un bastión material imprescindible de la nueva época productiva; 3) incorpora un significativo sello de lo nuevo en la política económica; 4) ilusiona construyendo expectativas positivas hacia delante; 5) injerta a cada ser humano como nuevo actor productivo (Agricultura Urbana, Agricultura Humana), y en consecuencia, democratiza la actividad económica; 6) sintoniza con el territorio y le devuelve al proyecto bolivariano una herramienta para la construcción de densidad política y productiva a escala local; 7) vincula más estrechamente al productor y consumidor reduciendo la dependencia del distribuidor; 8) delinea la morfología de las nuevas ciudades productivas que requiere esta nueva etapa. Por todo ello, la Agricultura Urbana no nace para ser marginal. Todo lo contrario: ha venido para quedarse como centralidad económica y potente instrumento político para esta nueva etapa. Esto le obliga a disputar la direccionalidad del resto de políticas económicas (financieras, tributarias, inversiones, comerciales) a favor de sí misma. Es únicamente así como se debe pensar en grande la Agricultura Urbana para evitar que muchos la vean como algo de moda y en miniatura.
Se han cumplido los primeros 100 días del Plan de Agricultura Urbana con resultados satisfactorios. Lo primero es que se ha logrado introyectar en el sentido común emergente de esta nueva etapa. Ha comenzado a dar sus primeros frutos en lo real. Ya se pueden comer los nuevos productos que se están cosechando en las propias ciudades. Ha avanzado mucho en cuanto a su institucionalidad. Está siendo capaz de crear mecanismos eficaces para producir sus propias semillas y fertilizantes. Eso es un paso importante en la soberanía productiva. Además, propone reordenar el espacio público a favor de esta actividad, esto es, usar lo público a favor de este proyecto productivo colectivo. Lo próximo ha de ser contar con instrumentos financieros propios (ser parte de la cartera obligatoria de créditos productivos de la banca pública y privada) para avanzar con paso firme para que esta economía sea irreversible. La Agricultura Urbana tiene el desafío de tejer alianzas con el resto de políticas económicas y tecnológicas para que logre sostenibilidad en el tiempo.
La Agricultura Urbana se presenta ante el país como una respuesta eficaz frente a la emergencia económica. No quiere ser un parche cualquiera. No busca ser ave de paso. Ha venido para instalarse en el nuevo metabolismo económico y social. Solo así, se puede.
Lorena Freitez. Alfredo Serrano. Celag 2016
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